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Todo el campo es un jardín al aire libre |
Al norte de Tailandia, el Golden Triangle (Triángulo de Oro) es una de esas
míticas rutas del Sudeste Asiático, llena de historias y leyendas, donde la
confluyen las fronteras de Myanmar (antigua Birmania), Tailandia y Laos. A
cualquier aventurero que se precie, la sola evocación del rio Mekong, el
cultivo de opio, las solitarias y altas carreteras desde las que contemplar las
montañas entre Myanmar y Tailandia, los poblados chinos allí huidos después de
su derrota en la guerra civil de 1949, las tribus de las más diversas etnias
(Akha, Karen, Hmong, Lisu…) desperdigadas en las altas colinas, los miles y
miles campos de arroz, el verde de una naturaleza exuberante, el azul del
cielo, las nubes de algodón,.... todas estas son razones más que suficientes
para dejarlo todo, echarse la mochila a la espalda, subirse a lomos de una moto
y prepararse para pasar unos 3, 4 o 5 días disfrutando de posiblemente el rincón
natural y de mayor diversidad paisajística y cultural de todo Tailandia. Y mira
que eso es difícil de decir en un país como este!
Para nosotros el GT era una cita pendiente desde hacia tiempo. Y la verdad
es que la espera mereció la pena. Un tiempo radiante, alguna que otra lluvia,
un VISA Run necesario a la frontera de Mae Sai… Días de moto y fotos, de buena montaña
y naturaleza, de pueblitos amables, de descanso levantándote por la mañana y
saludando al Mekong..., de Durian, de templos, de arrozales, de nubarrones a
punto de descargar su tormenta. Todos los ingredientes y más para hacer de esta
ruta un lugar al que volver una y otra vez, a descubrir nuevos rincones, nuevas
variantes, caminitos por los que perderse, nuevos poblados escondidos o lejanos
templos en lo alto de alguna colina a los que llegar si prisas.
Día 1. 13 de julio de 2013. Chiang Rai - Mae Salong
De buena mañana madrugón, un Kao soy y café de desayuno en la estación, bus
y en unas 3 horas nos plantamos en Chiang Rai. El bus con aircon y WC hace que
la carretera de curvas no sea tan vomitosa. Recordamos Chiang Rai de hace dos años
y sigo teniendo la misma impresión: no le acabo de pillar el qué. No sé dónde
se esconde esa ciudad palpitante y cultural con esos lugares bohemios donde los
artistas pintan entre ice coffees y ambiente relajado. Debe ser que soy muy
malo para orientarme entre las cuatro callejas que forman el
"centro". Alquilar la moto resulta más fácil de lo esperado y a pesar
de que no hablan ni papa de inglés, nuestras dotes negociadoras consiguen un
buen precio por dos motos por 3 días y medio (1000 THB, 25 Eur) y además sin
dejar ningún pasaporte a cambio; "Ey Amigo, hemos de hacer un VISA
RUN", les decimos como excusa, siendo como es una medio verdad, ya que yo sí
que he de hacerlo... Los de la tienda nos sonríen con cara de no haber
entendido nada y no ponen más pegas. Así que salimos pitando no vaya a ser que
se arrepientan…
Salir de Chiang Rai es un poco infernal. Mucho tráfico, mucho polvo, mucho camión,
mucho caos, qué quieres? This is Asia! A medida que pasan los km y giramos en
la intersección de Mae Chan la cosa comienza a cambiar. Una carretera que
empieza a subir lentamente, donde el tráfico disminuye, el calor comienza a
mitigar y aparece un paisaje verde, amarillo, rojo, azul, gris o marrón. Una
paleta de colores difícil de explicar si no se vive y a la cual las fotos nunca
hacen justicia, por mucho camarón que se lleve, al mejor objetivo que existe;
nuestros propios ojos.
Como no tenemos prisa, vamos parando de vez en cuando. A medida que subimos
las vistas se van haciendo cada vez más grandiosas, más inabarcables. Montañas
en la lejanía que intuimos pertenecen a Myanmar, al estado Shan, la provincia y
etnia más grande del país. Una frontera de kilómetros entre dos países a la vez
tan vecinos y tan diferentes, tantas veces tan distantes y recelosos el uno del
otro. No puedo dejar de preguntarme, de tener curiosidad en saber que habrá detrás
de aquellos valles, de aquellos picos que sobresalen en la lejanía, como vivirán
sus gentes, que estará sucediendo en ese preciso instante en aquellos lugares,
a tan pocos kilómetros, pero a tanta distancia en muchos otros sentidos.
Poco a poco va oscureciendo y refrescando. Llegamos a Mae Salong, en lo
alto de la colina y con unas vistas espectaculares. Las formas de las casas,
las cuestas y el olor a incienso de sándalo en el ambiente me trae recuerdos de
algún village nepalí, si bien un poco menos rural y más ordenado.
Nos alojamos en una pequeña guesthouse muy cuca, un merecido fin de etapa
para un día largo pero muy gratificante. Intuimos que en este sentido, esto que
no ha hecho más que empezar, lo ha hecho de una forma genial. No nos íbamos a
equivocar…
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Comienza el baile de colores |
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Siempre es bueno hacer un break... |
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La carretera es preciosa en cada esquina |
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Y las vistas comienzan a tomar más y más altura |
Día 2. 14 de julio de 2013. Mae Salong - Doi Tung - Mae Sai
Uno de los platos fuertes del viaje. No estamos aún en el Triángulo de Oro
propiamente dicho, si bien esta zona de la provincia se suele incluir en el
loop ya que en ella están posiblemente las carreteras más espectaculares de
Tailandia. La subida y bajada a la montaña de Doi Tung es simplemente indescriptible. Pero vayamos por partes.
En Mae Salong hay mucho que hacer, así que queda pendiente un fin de semana
completo para visitar de nuevo este mágico lugar, donde poder desconectar en lo
alto de las montañas del ruido y los humos de la ciudad. Mae Salong tiene mucha
historia. Este poblado fue fundado por emigrantes chinos que huyeron de China después
de la victoria del partido comunista en 1949. El bando derrotado en la guerra
civil, el Partido Nacionalista Chino (Kuomintang o KMT) hubo de salir por el
sur del país y establecerse en el norte de vecinos como Myanmar, Tailandia o
Laos. Otros huyeron a la isla de Taiwán y durante muchos años trataron de
recuperar la China continental perdida desde aquel pequeño emplazamiento, pero
eso es ya otra historia. Hasta los años 80 los KMT se dedicaron junto con
integrantes de las guerrillas birmanas de la entinas Karen y Shan al otro lado
de la frontera, al tráfico de opio y heroína, causando mucho revuelo e
inestabilidad en la zona. Hoy en día, el gobierno thai, tras muchos años, ha
conseguido que los campesinos cambien la adormidera por cultivos de frutas, café
y te, pero aún existe mucho recelo y por eso no es raro ver cada dos por tres
checkpoints de policía militar, armados hasta los dientes, controlando el paso
de gente. La verdad es que te pones a mirar las metralletas que calzan y te da
un poco de cague. Aunque a nosotros los falangs, únicamente nos sonríen y nos
suben amablemente las barreras de los puntos de control. Incluso aquellos que
chapurrean un poco de inglés, nos dan indicaciones de por donde continuar, no
porque no esté claro, sino por entablar un poco de conversación con los
extranjeros, que para los pocos que pasan, pues aprovechan...
Así que por la mañana mucho a hacer por Mae Salong. Subir al templo que hay
en lo alto de la colina, pasear en moto por las villas de las tribus Akha de
los alrededores y sobre todo disfrutar de un paisaje colorido de arrozales,
arboles, flores, cielos de nubes y una sensación de estar perdido en medio de
un mundo donde la vida transcurre en unos parámetros muy pero que muy
diferentes para nuestras mentes occidentales...
Para la tarde dejamos el plato fuerte del día. Desde Mae Salong salimos dirección
Doi Tung. Una larga ascensión hasta la cumbre de la montaña coronada por un
templo bastante mediocre y que casualmente estaba de obras. Antes, pasamos por
un complejo turístico de jardines y un arboretum en el que no entramos, al
verlo demasiado turístico. Pero eso no es lo importante. La carretera, en gran
parte del recorrido, transcurre por un terreno elevado con espectaculares
vistas en todas direcciones. Hacia el Oeste, las montañas y cielo neblinoso de
la frontera birmana. Al este, los riscos y cortados que destacan sobre la
llanura del fondo por donde discurre la autopista entre Chiang Rai y Mae Sai.
La bajada es genial, difícil de describir, la sensación de libertad sentados
encima moto, con el aire ya fresco acariciándote la cara, entrando por los
poros, en cada revuelta, girando y volviendo a girar, sin un alma, con toda la
carretera para nosotros, parando a cada momento para tratar de captar la
imagen, a cada cual más espectacular, y donde finalmente ya se intuye el
pueblo-ciudad fronteriza de Mae Sai en la lejanía, nuestro destino de hoy donde
pasar la noche para el inevitable visa run de mañana.
Un Mae Sai que como todo lugar fronterizo, no es un lugar de cuento, pero
que tampoco esta tan mal y es un buen ejemplo de lo que significa una frontera
en este tipo de países. Mercadeo, trapicheo, gente que va y viene y a partir de
las 7 de la tarde, cuando cierra la frontera, cambio radical. La vida se
detiene, los comercios cierran y la gente deambula por la calle pesadamente,
como esperando a que la sangre vuelva a fluir de nuevo por sus venas al día
siguiente, cuando a las 7 de la mañana la frontera vuelva a estar operativa.
Pero eso será mañana. De momento hoy, a descansar en un hotel un poco peor
que el del día anterior, pero que tampoco esta tan mal. Al final, son tantas
veces ya de guesthouses, hoteles de mala muerte, hotelitos cucos, hoteles de
muerte (las menos jeje) pensiones decentes e indecentes, etc., etc., que uno ya
aprende a relativizar casi sin darse cuenta, espacio y tiempo son importantes pero
tampoco tanto, o no? Pues vaya, igual casi que da igual o tanto me da que me da
lo mismo.
Mañana entraremos en el GT directamente y nos espera otro plato fuerte del que
ya estoy deseando dar cuenta. El mítico, afamado, renombrado y acaudalado (de
agua claro) Mekong.
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En el mercado se venden lechugas y al lado se aparcan las motos |
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o trajes de chinos |
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Me recuerda en cierta forma a algún pueblito de Nepal |
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El templo en lo alto de la colina |
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muy estilo birmano |
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Los campos de arroz a cada paso |
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y el jardín al aire libre.. |
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Ese motero! |
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Brumas y al fondo Birmania |
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Miles de curvas por las que sentir la libertad |
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y la soledad... |
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y majestuosidad de las montanas |
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con sus poblados. Manana cambiaremos de tercio... |